viernes, 19 de julio de 2013

Floreciendo entre las cenizas

-        Basta, no quiero escucharte más, vete de aquí.
-        Pero, papá.... estoy segura que mamá debió irse a tomar mates con Libertad.... jamás se me
 ocurriría que la hayan raptado, no serian capaces ¿Por qué no vas a ver el partido? Dentro de unas horas comienza el partido, dale, anda.
-        ¿Cómo podes decir algo así? ¡Abre los ojos, Prudencia! Hace ya horas que no sabemos nada de ella. Tu madre no es así, siempre nos avisa si va a visitar a una de sus amigas ¿Cómo puedes ser que seas tan ciega, hija mía, ser tan indiferente?
-        ¡Esta forma de gobierno funciona bien! Vos estas mal, echándole la culpa a ellos, no podes suponer cosas tan ruines. Hacen lo mejor que pueden, quieren que estemos seguros.
-        ¿Cómo puedes esconder los difuntos dentro de un pozo, así nada más?
-        Eso es un mito, es pura casualidad. Nunca viví mejor en mi corta vida de 24 años. Y ni se te ocurra meter a mamá en una bolsa de muertos, y no acuses a los milicos, no tenés derecho. Están para cuidarnos, y creo que no podes entender eso.
-        Si estas tan segura entonces ve a buscar tu madre, espero que vengan en una pieza. Y mis saludos a Libertad, espero que este bien su futura beba, ojala no la tires en el mismo agujero negro a la pequeña Argentina, como lo haces con todo y con todos.
No quise contestarle, se armaría una batalla, dos puntos de vista diferentes enfrentándose absurdamente. Yo tengo razón, yo gano de antemano, no vale la pena discutir más con él, no quisiera humillarlo una vez más.
El cielo, la hoja que envuelve a este insignificante mundo, estaba extrañamente manchada de colores fríos, mezclándose con las pocas nubes que se encontraban diluidas en la tímida puesta de Sol. Era un cuadro extraño pero pintoresco, una acuarela. Estaba salpicado de estrellas, similar a la brillantina que acompañan a este singular dibujo que hoy adorna a Buenos Aires.
La casa de Libertad estaba solo a una cuadra de aquí, iba a ser un trámite corto.
Saludé a los militares que estaban allí, tan rígidos como siempre, estatuas hechas de cemento camuflado, rostros duros y sin expresiones, como los soldaditos de juguete, me eche a reír por dentro al acordarme cuando solía jugar con esos pedacitos de plástico. Una de esas estatuas capturó mi atención, era hermoso, cabello abultado y rojizo, unos ardientes ojos vidriosos color de otro mundo, una fusión entre el marrón claro y el verde de las aceitunas, su piel albina y perfecta como el mármol, rasgos omnipotentes, no parecía de esos hombres de los que solían sonreír. Memoricé su precioso rostro, facción por facción y seguí mi camino.
El viento me susurraba al odio, haciendo danzar mis cabellos color castaño, formando nudos, marañas, una encrucijada de miel sobre mi cabeza.
Llegando a la cruz donde marca el mapa, me situaba frente de la puerta de mi vecina, terminaría con esto de una vez y desenterraría a mi madre, la llevaría a casa para que los nervios de mi padre dejaran de atormentarlo y romper sus dudas sin sentido con el poder de mi razón. Mi mano se prepara para tocar la puerta, lo hago, pero no hubo respuesta.
-        Libertad, soy Prudencia la hija de Alma ¿Me escucha? Libertad..
Sin respuesta. Accedí a entrar, supongo que no me habrán oído.
-        Libertad, Mamá ¿Están aquí...?
Mi corazón casi estalla del susto, como cuando un alfiler saluda a un globo. Un ruido sordo me perforó los tímpanos, solté un cobarde y chillón gritito de niña. Ese estruendo no fue producto de la explosión de mi órgano anteriormente mencionado, aunque cueste creerlo.
La puerta se cerró detrás de mí, viento traicionero, que miedo me dio. Empiezo mi búsqueda, el tesoro, mi madre ¿Dónde puede estar? Inspeccioné cada rincón, pero ni pistas encontré de ella.


Abandoné la misión con las manos vacías, me dirijo frustrada hacia el exterior pensando en que le diré a mi padre cuando llegue a casa.
¿Qué pasa? ¿Por qué? No puedo salir, la puerta no abre. Forcejeo y forcejeo pero no obtengo resultado.
-        Ayuda, ayuda, me he quedado encerrada. Necesito ayuda.
-        Nosotros también la necesitábamos...
No pasaron ni 10 minutos que estoy encerrada en casa ajena y ya estoy empezando a oír voces ¡Bien hecho, Prudencia, cada vez mejor!
-        Nadie nos ayudó, nadie nos ayudó...
¿De donde proviene ese cantito?
-        ¿Quién esta ahí? ¿Hay alguien?
-        Nadie nos ayudó..
Golpea en mi mente ese canturreo de un coro infernal, cada segundo, no para, es insoportable, retumba, como si fuera un eco, es un eco, un eco en mi conciencia. La despedaza, la rompe, la carcome. Imitaría a Van Gogh dos veces para cortar esta agonía.
-        ¡Basta! ¿Dónde están?
-        En un pozo, en un pozo...
¿Cómo que en un pozo? Cada vez es peor, siento que me sangran los oídos.
-        Nos encontraras en un pozo el pasado esta dentro de un pozo, todos los desaparecidos, todas las mentiras, todo el dolor y la lucha están dentro del pozo.
¿Qué, qué? ¿Qué me quieren decir con eso? No entiendo, lo único que puedo comprender es que me estoy desvaneciendo, siento estacas que se clavan en mi pecho, me perforan el alma, me atraviesa un hierro caliente ¿Qué son todas estas torturas? Me siento sucia, quiero arrancarme la piel. Quiero vomitar, quiero sacar la escoria que hay dentro de mí.
Corro descontroladamente hacia en baño, repentinamente tropiezo y ahora todo se mueve lentamente y mi interior grita desesperadamente hasta que abro los ojos. Todo está completamente oscuro, no puedo ver absolutamente nada, tal vez he perdido la vista, comienzo a enloquecer, el silencio, la filosa tranquilidad se torna abrumadora. Trato de ordenar mis pensamientos pero es prácticamente imposible.
Me levanto, me miro en el espejo, puedo reconocerme, estoy pálida, tiemblo, simplemente deseo humedecerme en el sosiego. De pronto todo el tormento se centra en un solo punto. Dagas enmohecidas se clavan en mi vientre, siento algo que se mueve dentro del mismo, el dolor se multiplica por mil.
- Prudencia, ayúdame...
Esa voz me resulta familiar ¿Quién es? Es una voz femenina, cantarina, suave, llena de calidez, mis oídos se endulzan y descansan en esa armonía. Quiero contestarle, pero tengo un nudo en la garganta, me arde, hay una hoguera con una corona de espinas.
-        ¿Qué... qu... ? ¿Quién eres?
-        Voltea y mírate al espejo.
Los ojos se me salen de las órbitas, quiero llorar y no puedo, me falta el aire, ese rostro no me pertenece. Es Libertad ¡Oh querida Libertad! No comprendo nada. La sangre abandona mi cara, estoy congelada. Mi estomago carbonizado crece repentinamente ¿Y ahora que esta pasando?
-        Ayúdame, Prudencia...
Los cristales se aferran en mi puño, la sangre salta a borbotones, como una fuente sin control, seguramente me corte una vena o varias de ellas.
-        ¡Basta! ¿Cómo puede ser? ¿Dónde estas? ´¿Dónde esta mamá?
-        Junto a mí, estamos en el pozo.
Mi mente se perturba agitada y confundida, trato de incorporarme, realmente lo intento... ¡Basta, basta! El golpe me afectó la cabeza, no puede estar pasando esto.


Miles de imágenes se estampan en mi cabeza, es como una película en sepia... me falta el aire, no hay nada que respirar, el aire se fue. Libertad, mamá... ¿Quienes son esos hombres? ¿Son soldados? ¿Ese no es el que vi hoy, el del rostro perfecto? ¿Por qué se las llevan?  Siento toda mi piel mojada, tomada de la mano de una corriente eléctrica que se desplaza desde la punta de mis pies hasta mis pestañas. Latigazos en mi espalda, sangre espurriéndose por todas partes. Me duele mucho el vientre ¡Madre, Libertad! No puede ser, basta no quiero ver más.
 Mis rodillas tienen abolladuras. No puedo ver nada como quería desde un principio, simplemente percibo los sollozos entristecidos de mujeres, zapatos de un nuevo personaje rebotando contra el suelo, cada vez más y más fuerte ¡No! Mi vientre me duele mucho. El acero recorre mi cuerpo, dos veces, tres, cuatro, infinitas veces ¡Quiero despertar de esta pesadilla! ¡Las han llevado a la replica de un infierno!
Me incorporo sobe los azulejos, me repito infinidades de veces "Es un sueño, es un espantoso sueño".
-        Mataron a inocentes, muchos inocentes ¿Quién puede pagar nuestras penas?
Ese cantito otra vez, son niños tomados de la mano, sin sus pieles, cantando, sus voces otra vez, es como un ácido que perfora toda mi materia, todas mis tontas creencias ¿Por qué hicieron eso los milicos? El muchacho atractivo solo es una máscara ese rostro bellísimo, no puede ser ¿A mi madre, a Libertad, a su hija Argentina? ¿Quien puede ser más inocente que alguien que todavía no pisó este pantano lleno de impurezas llamado mundo? ¿Cómo pude ser tan ciega? Las palabras de mi padre penetran en mí, permanecen ahí, devorando toda mi conciencia, haciéndola añicos ¿Cuantas vidas caben en un pozo?
Todo es confusión y desconcierto sin fin. Mi vientre, mi vientre ¿Qué le pasa? ¿Por qué actúa así? 
¡No, otra vez no! Todo el dolor y la agonía de este pérfido mundo se adentró en mí ser. La sangre goteando, una vez más, cadáveres de infantes coordinan y hacen una ronda al rededor mio cantándome bañados de pena y envueltos en desconsuelo "Encontraras el pasado dentro de un pozo, todos los desaparecidos, todas las mentiras, todo el dolor y la lucha están dentro del pozo" Pequeñas voces ahogadas en un sufrimiento acoplaban todo mi oído, retumban las notas, esculpidas en mi oreja cada palabra, la herida esta al rojo vivo. Gritos sordos color luto, envuelven mi cuerpo, me aprietan como si estuviera atada en mil alambres de púa, mi sangre y la de otros se escurren en mi piel, a medida que pasa el tiempo me acostumbro a esta maldita melodía y al angustioso sonido de la sangre goteando al ritmo de los latidos de los corazones putrefactos de un pueblo cegado de malicia, rugiendo, reclamando Libertad, Libertad.
El tamaño de mi vientre se agranda cada vez más y más, siento que va a ser erupción ¿Qué esta pasando? ¿Libertad, dónde te encuentras, Libertad? No me dejes. Sigue creciendo, no lo entiendo ¿Qué tengo dentro de mí? ¿Qué es esto? Libertad, ayúdame, explícame, acompáñame.
-        Es Argentina, libérala. Que salga y alumbre nuestro infierno oscuro y lúgubre. Que espante a los cuervos, que le quite la venda de los ojos a la Justicia, que abra paso a un mañana, que le de un beso a la Libertad y que abrace a la Prudencia. Después de tanta espera al fin despertará, nuestro fragmento de Sol que iluminará a este dibujo macabro que adorna a Buenos Aires y a toda la Argentina. Dale paso hacia nuestros brazos.
Mi corazón galopa, hay un semental dentro de él, corriendo entre las tinieblas, huyendo de ellas. Desplomada en la cama, me mordí la lengua de tanto calvario, mi boca oxidada, mis dientes rotos, lágrimas fusionadas con gotas de sudor. Argentina, pequeña, ven con nosotras. Me atravesaba un rió cálido, un incendio en mi vientre, estaba cerca. Por aquí, preciosa, no te vayas por las penurias, ven donde están los espíritus desgarrados sedientos de esperanza, sedientos de ti, pañuelos en las cabezas de las mujeres, rodillas raspadas, corazones fusilados. Toca mis manos, sujétate de la Prudencia y nunca la sueltes, nunca me sueltes. Muerte al ocaso. Golpea las rocas. Rompe las barreras de la oscuridad.



Mis ojos son rozados por la maravilla más hermosa y fresca que vi en mi vida. Nunca la había visto tan hermosa, un resplandor en su pequeño rostro, una microscópica figura de un futuro, sus sienes se encontraban empapadas de un aurora de un milagro, su cuerpecito fue tallado por los mismos ángeles. Bañada en sangre, nuestra flor silvestre, esta entre nosotros, con sus madres, pero ¿Por qué no abres tus ojitos? ¿Tienes vergüenza de ver las injurias que hay aquí? ¿Dónde esta ese melodioso sonido que llena de gozo nuestras vidas? ¿Por qué ni siquiera lloras por el mal que esta presente? ¿Estas ahí querida, Argentina? ¿Libertad, que le sucede?
Reposo en el aire, ni un zumbido, nos abandonó, lo poco de Libertad que teníamos ¿Se la tragó el fútbol o las iglesias la callaron nuevamente? ¿Una careta esta sobre su rostro? Argentina, despierta, por nosotros, por tus madres. Eres tan preciosa como un la salida del sol después de una tempestad. No podía dejar de mirarla, la tenía en mis manos, su materia estaba aquí, como queríamos ¿Pero y su diminuta alma? ¿Esa alma que todos anhelábamos que creciera para conformar un porvenir sólido y justicioso? ¿Acaso se perdió en las penurias? ¡Te advertí que no vallas por ahí! Argentina, Argentina. Eres tal y como siempre te soñé, pero vive, querida, vive, elévate al presente. Te observo, te grabo en mis pensamientos. Aun no logro oírte. Solo quedo yo para este horrible lugar, estoy sola, me duele, me desvanezco, pero te estoy viendo, hija ¿Algo más? Quiero seguir contemplándote, me pasaría siglos, milenios, eternidades haciéndolo, viviría de tu imagen y me bastaría ¿Pero por qué esta tan oscura? No, no quiero cerrar los ojos. Libertad, Argentina ¿Acaso yo, Prudencia, debo irme también? Quiero observarte más, Argentina, acordarme de que realmente exististe.
¿Quién apagó la ultima luz de alegría? ¿Quien privó al mundo de nosotras? Libertad y Prudencia, dejan a Argentina, y Argentina los deja a ustedes. 











Texto: Camille Chico. 

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